lunes, 30 de noviembre de 2009

de cómo se me ocurrió ponerme a escribir

Sali de mi casa, un ph a la calle. No habían tocado el timbre, pero presentí, intuí una presencia al final del pasillo. Miré por la mirilla, nada. Saqué las llaves de mi bolsillo, abrí la puerta de metal, observé sutilmente a ambos lados de la calle. Nada. Miré nuevamente rápido a ambos lados, como para sorprender al rufián, pero nada. Finalmente, me decidí, oí un ruido de turbina, como de motor. Me dije "viene en helicóptero", y sonreí kolinísticamente hacia arriba, el cielo límpido, el aeromotor se esfumaba huidizo hacia el oeste.
Cerré la puerta con furia. No estaba en mis cabales. No ahora. Ya me lo habían dicho, pero yo no lo había querido aceptar, no. Lamentablemente, no. La furia me dominaba. Se ve que el ruido a puerta cerrada asustó al vecino del primer piso, porque espió azorado y asustado por la ventana.
Entré a mi casa. Ya me lo dijeron: que las ideas sublimes te sorprendan trabajando y no al revés. Entonces me puse a escribir ...

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