lunes, 24 de febrero de 2014

Tres

Tres personas,
tres mundos
tres planetas que
no están más
en la galaxia que habito.
Proyecto,
buscando las energías
de esos planetas
que me faltan.
Pero,
como cada persona
es un mundo,
casi siempre
resulta difícil
encontrar
coincidencias,
congruencias,
sapiencias
similares.
Y vivo girando
y giro buscando.
Somos impresoras 3D
de personas,
no caemos en la cuenta
de todo lo que eso
implica.
Porque,
muchas veces
cuesta acostumbrarse
a los originales
perdidos.


jueves, 20 de febrero de 2014

Un tropezón no es caída

¿Y una caída?
¿Qué es una caída?
Hay caídas desenvueltas, esas que son seguras, directas, que no se andan con chiquitas.
Hay caídas predecibles, esas que es anuncian, que ponen un cartel diciendo "próximamente, caída". Si no son duras, suele ser simpático ver el instante de alguien cayendo.
Existen también caídas rimbombantes, esas histriónicas, son un poco egocéntricas y vienen para decir, "aquí estoy yo". Y generalmente el daño es indirectamente proporcional a la voluptuosidad de la caída.
También hay caídas invisibles. Esas de las que nadie se entera. Suelen ser las más dolorosas. Si, además de invisibles, son lentas, son dolorosísimas. De esas caídas todos se enteran cuando ya no se puede hacer nada.
Mis caídas suelen ser rimbombantes, no porque así lo quiera yo. La personalidad de mis caídas siempre es más fuerte que la mía. No puedo ni atajar ni evitarla, que ya me caí. Me avasalló la caída. Por suerte, el dolor sana al rato con unas lágrimas y un buen desinfectante.

martes, 30 de julio de 2013

Pilas de leña

Es la misma idea
que vuelve a aparecer
en un murmullo
enrarecido por la hiel

Fue como tomar impulso
hacia el afuera, abarcando
un espacio, multiespacio
que es de todos los demás

Arranca fuerte como el viento;
endebles, las ramas deja
y las apila ordenadas
sin saber bien más qué hacer

Respira hondo sobre la leña
jamás usada, porque el fuego
no es algo que
la tenga acostumbrada

La miran con impaciencia
unos ojos roedores
de historias llenas
de vida y penas.

Y le piden más y más
que ceda su tiempo
que deje su espacio
que mida con pruebas
su falta de apego.

Destruye su instinto
y vuelve a pensar
en esa misma idea
enrarecida por la hiel

martes, 9 de julio de 2013

Territorios (de febrero del 2013)

Hay días en los que uno necesita marcar límites personales de tiempo y espacio.
¿Cuál es mi manera? Por ejemplo, caminar toda la calle principal del barrio donde nací, de punta a punta, yendo por una vereda, y volviendo por la otra. 
Eso significa marcar los límites para mí. Para evitar invasiones de cualquier tipo, para encontrar el centro, para poder estar con uno mismo y reconocer el camino recorrido.
En realidad, esas son las ventajas de haber vivido durante veinte años en el mismo barrio, y de haber vuelto al mismo. Por eso, en pequeñísimos viajes puedo reconocer la escuela a la que fui, la iglesia donde me bautizaron, quizás sin pedirme permiso, los pasos que di para encuentros y desencuentros varios; las huidas para el costado y para el lado contrario. Las personas con las que quise hablar y no pude; las personas con las que hablo siempre, con quienes hablo sin decir nada; los caminos perdidos y las voces valoradas, las no escuchadas. Las que vuelvo a oír y las que nunca pude. A quiénes amé, a quiénes lloré.

Hay días en los que necesito marcar ese territorio para plantarme ante cualquiera que venga de afuera, de otros lugares, sin saberlo yo, a querer entrar en mi espacio. Quizás sea un poco posesiva, exagerada, pero eso me pasa en estos días.
El lugar donde nací, es decir, la maternidad donde llegué al mundo, también juega para mí ese papel de territorio. No sé por qué pero cuando descubrí que nací donde nací, valga la redundancia, cada vez que paso por esa esquina me siento siempre un poco más importante, radiante, como si hubiese una energía especial que me diera fuerzas, una especie de comodín o amuleto. Claro, es algo muy mío.
 Hace unos años me tomé un café en la cafetería que tenía el nombre de la clínica donde nací. Calculo que habrá sido el mismo lugar en donde a mi papá se le rompió el asa de la taza de café con leche que estaba tomando la madrugada posterior a mi nacimiento.
Así, con una broma, lo recibí; él, por su parte, me recibió con un traje manchado de café con leche, ya que en esa época se usaba traje para todo.
La clínica, al ser privada, fue ocupada por el café restaurante de igual nombre. Pero la cafetería tampoco existe hoy.  Y en su lugar hay un mac donald´s, que, casualmente, pasa música que me gusta y no cualquier música. Solamente me queda la idea vaga de que en ese espacio, sobre esa combinación de latitud y longitud, yo me tomé un café, y él, mi flamante papá, se tomó un café. 
Casi que  tomamos un café juntos.
Quizás es lo que a uno le queda de las personas que han pasado por su vida, imágenes, presunciones, recuerdos vagos, transformados, construidos y reconstruidos como a uno le place o como uno puede.
Tuve algo de suerte, mi papá escribió un par de poesías al enterarse que yo estaba en camino. Eso sí que es tangible.
Aquí transcribo.

La espera  (1974)

Sin aún tener la seguridad del sexo
llena la casa de incipiente vida
Expectantes, ante la inmensa dicha
de esperar… qué espera tan querida

Y aún sin nombre
su intangible ser
lo nombramos,
lo podemos ver

Cuánto amor en derredor lo espera
Flotando en inmedible tiempo
Acolchando la marcha de las horas
Protegiendo al nacer, su hermoso cuerpo.

Y aún sin nombre
su intangible ser
ya lo amamos

aún sin poderlo ver

martes, 5 de febrero de 2013

Oscurantistas actuales


La verdad, no sé por qué le pusieron Clara. Ella es tan oscurantista. Salvando las distancias con los detractores del Iluminismo, por supuesto. ¿En qué sentido, entonces? En el sentido que no quiere enterarse de las cosas como son. Le ha caído una noticia como un balde de agua fría. Se ha quedado atontada con una mirada, sí, la del compañero que la ha mirado, valga la redundancia. No ha querido pensar que tiene ojos para otra. Los ojos no son de nadie, le dije,  y le recordé que ella cada tanto se veía con su ex. Pero igual, ella me pone como excusa que está dejando la relación, que está abierta a una nueva relación.
"¡Para qué desperdiciar miradas que sugieren!?" me gritó tan fuerte que pensé que todos se daban vuelta en el café en el que estábamos. Por suerte, había mucho bullicio y casi nadie se percató. Apenas se dio vuelta el viejo de la mesa de al lado.
"No todas las miradas son concluyentes" le dije, y le expliqué que uno miraba miles de veces hasta sentirse respondido en una mirada, y ahí venían otros gestos, situaciones corporales, y demás.
La cuestión es que vio al compañero con su novia, paseando por su barrio, su barrio tranquilo, su refugio de paz (sí, ya sé, suena muy cursi) Parece que tenía un familiar que visitar, o algo así, no interesa. Pero es cierto, cuando uno no quiere enterarse, no quiere enterarse, prefiere vivir en la fantasía y no tener nada que ver con la realidad. Nada que ver. Y menos en su lugar personal selecto.

lunes, 7 de enero de 2013

Tu historia


Tu historia clínica la guarda tu Obra Social
Tu historia laboral la tiene Linkedin y otros
Cómo fue tu paso por la Escuela, lo sabe el Ministerio de Educación
Tu historial en búsquedas y tus correos, lo mantiene Google y otros
Cuántas veces te casaste, cuántos hijos tuviste, el Registro Civil
Tus antecedentes delictivos los maneja la Policía
Tu historial impositivo lo archiva la AFIP


“Si la historia la escriben los que ganan, entonces quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga?” (Lito Nebbia)

domingo, 25 de noviembre de 2012

Ojos

Mi amiga Clara sigue dándome qué escribir. Me vive pidiendo que le de una respuesta a casi todo lo que le pasa. Imposible, le dije que no estoy en su mente como para pensar por ella. Calculo que ya lo sabe, pero igual insiste.
Vayamos al punto. Ser soltera a cierta edad y en una ciudad como ésta, implica arriesgarse. No sé muy bien a qué. Supongo que arriesgarse a conocerse más una misma, cuestión a veces dolorosa, sintomática y confusa. Nadie sale ilesa de tal empresa.
Por otra parte, más allá de ser soltero o no, uno no está inmune a ciertas actitudes de los demás para con uno.
Paso a explicar. Clara ha estado en el foco de un par de ojos. No es que simplemente fueran unos ojos lindos, sino que esos ojos la miraban y le decían algo más, algo que Clara no supo explicarme, pero que seguramente fueran cosas lindas. El único problema es que no eran unos ojos pasajeros, es decir, pasajeros de un tren, de un colectivo, de un avión, de una bicicleta, o pasajeros de a pie. Para nada, esos ojos tenían base de sustentación y pies y van y vienen y se quedan quietos, se sientan, hablan, saludan y entran y salen del trabajo. Porque Clara fue sorprendida por los ojos de un compañero de trabajo. Esos ojos hacen todo eso, pero no le hablan, o por lo menos solamente le hablan en lenguaje visual, ya sabemos que es un lenguaje un tanto inespecífico.
Entonces Clara sigue hipnotizada y piensa que nunca podrá romper ese hechizo, que nunca podrá dejar de pensar en esos ojos, nunca podrá imponerles presencia, cuerpo, actitudes, defectos y demás cuestiones que deben tener los ojos.
Lo más drástico sigue siendo que no son ojos pasajeros, sino que son ojos para ver todos los días. Es verdad, ella tampoco sabe qué decirles, ¿cómo se relaciona uno con unos ojos? ¿Los saluda, les dice "cómo están"? ¿Les habla de algo o simplemente los acompaña a su lado? ¿Los puede invitar a tomar un café o a caminar cerca del río?